Mireia, 25 años. Estrés y perfeccionismo

Decidí acudir al centro cuando llegó un día en el que ni mi pareja me quería dejar ir a trabajar. Hacía tiempo que sufría nervios constantes, que me preocupaba en exceso por todo, que tenía ganas de llorar cada dos por tres y me faltaba el aire. Y me parecía normal, como si fuera algo que no fuera alarmante, que formaba parte de una evolución profesional y de la madurez. Seguía preocupándome más por el trabajo que por mí misma o para mi familia o amigos. No tenía más tiempo para nada, y cuando tenía el único que quería era dormir. Empezaba a estar muy irritable y «antisocial» cuando siempre había sido una persona muy alegre. Y empezaba a odiar mi profesión, cuando siempre me había gustado mucho. Pero a pesar de que sabía que algo no iba bien, encima me culpaba a mí misma de todo lo que no funcionaba. Y llegó un día en el que me levanté de tal manera que mi pareja me dijo: no te pienso dejar ir a trabajar, ve al médico. Y le dije que tenía una reunión importante, y que le prometía calmarme e ir al médico pero que tenía que ir al trabajo. La verdad, no pensaba ir al médico, sólo dije para que me dejara marchar. Pero tan pronto como entré en el tren empecé a llorar sin sentido, y en el trabajo no pude aguantarme. Tuve que salir de la reunión porque tenía un nudo en la garganta y ganas de gritar y fue entonces cuando me di cuenta que realmente necesitaba ayuda. Ya no me servía pensar que podía con todo, que no pasaba nada, que era una mala época. Así que busqué por internet un centro cercano al trabajo (no fuera que tuviera que perder ni un segundo de trabajo) y me acerqué al día siguiente. Allí me atendió Anna, y ante la pregunta de «porque has venido» no sabía cómo responder, me daba vergüenza, me sentía rara. Pero poco a poco fui soltando cosas y me fui de allí pensando que no había parado de hablar yo, pero que quería volver. La verdad es que me hicieron falta pocos meses para que Ana me ayudara a conocerme a mí misma un poco más, a reconocer la situación en la que me encontraba, y en relatividad más las cosas. No sé cómo lo hizo, pero con su ayuda he conseguido encontrar la persona que era antes de que empezara todo ello, la persona que me gusta ser. Lo que más me gusta es que no era un psicólogo como los que me imaginaba, o los que me habían contado amigos que habían ido a terapia. Las citas con Anna eran muy dinámicas, me hacía hacer ejercicios, me hacía reflexionar por mí misma, y ​​me planteaba preguntas. Poco a poco iba recuperando la alegría, y me fui obligando a no quererlo controlar todo, a dejar que las cosas pasaran, a cortar con el trabajo cuando tocaba ya no perder los nervios ante las situaciones que poco tiempo antes me desesperaban. Llegó el día en que me dijeron que ya no tenía que ir a la terapia, al menos de momento, y fui siguiendo aplicando todo lo que había aprendido. Hasta que un día decidí que para conseguir cambiar del todo debía empezar de 0, y cambié de trabajo. Unos meses antes no lo hubiera hecho, no me veía capaz, como si hacerlo tuviera que acabar con mi carrera profesional y peor, como si tuviera que decepcionar a tothtom. Gracias al aprendizaje conseguido con Anna lo hice, y fue el paso decisivo para ir consiguiendo mis metas ya que me permitió empezar de 0, sin malos hábitos, cuidando mucho como actuaba. Hoy estoy al tipo de trabajo que le decía que quería, he aconeguit lo que creía que no podría, y combino perfectamente el tiempo que le dedico con el tiempo que me dedico a mí misma, a mi pareja, a mi familia ya los mis amigos. A veces hasta me da miedo ser tan feliz y ver que todo funciona como me gusta, como si no tuviera que ser real o si se fuera a romper en cualquier momento. Pero es verdad, está aquí, y creo que no hubiera podido llegar sin la ayuda de Anna y la acertada decisión de visitarla. Ahora creo en mí misma, confío en los demás, sé delegar y sé hacer caso a lo que creo que es más importante en cada momento. Le agradeceré siempre cada palabra, cada ejercicio y cada sonrisa, así como la paciencia que tiene y el interés real que manifiesta hacia las personas que visita. A día de hoy todavía se acuerda de mí y me ha llamado para interesarse en cómo estaba. Y esto demuestra que la labor de los profesionales como ella no se queda en 4 charlas, sino que Volques todo su interés, su entusiasmo y su profesionalidad sumada a una grandísima calidad humana. GRACIAS.

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